jueves, 9 de junio de 2011

El Altar a San Sebastián (Menos Uno)

Nunca he sido de esos impulsivos que toman el carro con la justificación de "buscar una aventura que me reanime", lo cierto es que me provoca ansiedad manejar y más si son largas distancias. ¿Será que las autopistas fueron diseñadas por muchos visionarios que se pelearon los unos con los otros o simplemente por un epiléptico con trastornos de múltiple personalidad?, porque a medida que se aleja uno de la capita las sorpresas están a la vuelta de la montaña: ciertos tramos son de una forma, otros de otra, y si tomamos en cuenta la rareza de la Autopista Regional del Centro (suerte de autopista interestatal con "inspiración" norteamericana, cuyos sentidos están separados por un gran desnivel cuya función es retener LA NIEVE que pueda obstaculizar los caminos durante el invierno subtropical) donde hay que lidiar con violentas ráfagas de viento, la cosa se pone cada vez más interesante. Además, hay que tomar en cuenta las carreteras, unas asfaltadas y relativamente cómodas, otras de tierra llamadas cariñosamente "caminos rurales" que van desde los cuatro canales (dos de ida y dos de venida), pasando por las de doble vía y las de única vía perfectas para encontrarse cara a cara con un camión de carga a las 12 de la noche que hará todo lo posible por desviarte a un matorral o barranco de ser necesario (Hay que ser un rumiante para transitar por ahí), la mayoría ricas en baches, huecos, trochas improvisadas, sin iluminación e insectos que terminan adornando el parabrisas.

Pero a pesar de mis aversiones y desprecio por el camino tuve que salir y "aventurarme", hacía ya semanas que posponía este viacrucis; por órdenes del abogado de la familia debía irme a un pueblito llamado San Sebastián, ubicado en un remoto sector del Estado Yaracuy. Al parecer mi abuelo paterno había adquirido unas tierras en la zona tras separarse de mi abuela, en el terreno había construido una casa y servía de granja, la había dejado en herencia a unos hijos que tuvo con una "segunda esposa" que vivía en el pueblo y ahora se avecinaba un proceso de sucesión de bienes que realmente quería evitar, ya que ni me interesaba la tierra y significaba un largo viaje por carretera; el plan era arreglar los papeles para que este lado de la familia cediera la totalidad de los derechos a la otra, ya que una de las hermanas de mi papá de manera casi ociosa empezó básicamente a joder a "Los Bastardos" como solía llamar a sus hermanitos naturales. Mi padre y sus otros hermanos decidieron que lo mejor era dejar las cosas como estaban originalmente, pero tanto se llenó el cántaro con la tía ociosa, que se complicó el proceso y ahora debía solucionar ese entuerto.

Afortunadamente, logramos apaciguar a la fiera sedienta de propiedades (y de sexo al parecer) y logré establecer una buena relación con los tíos naturales y mis "nuevos" primos, sabíamos que como todas las cosas en el pueblo los trámites serían largos, por lo que acordamos que me iría un tiempo para San Sebastián mientras se realizaba el papeleo, les pedí que me recomendaran un alojamiento donde pudiera tener conexión a internet, ya que en la casa de la hacienda sólo llegaba la AM, por lo que me reservaron una pieza en la Pensión de Doña Carmen: una legendaria casa colonial que era propiedad de la mismísima Doña Carmen y a su familia desde hacía 10 generaciones; todo un monumento mantuano con ciertas comodidades de la ciudad.

Pagué la semana entera de pensión y unos días más (previendo cualquier retraso burocrático), no sin antes recibir una advertencia del "primo" Lisandro: "Doña Carmen es tan buena y ladilla como una madre, es estricta con la comida, las entradas, salidas y hasta con las visitas. Es una de esas beatas que tras la muerte de su esposo se ha dedicado de lleno a la iglesia. Ha servido de Jueza de Paz, vocera y hasta comadrona. A Carmen la conoce todo el mundo y es la que saca a todos de apuros. Yo sé que vas a estar bien con ella, pero no dejes que te monte la pata porque vas a terminar como la mayoría de la gente de este pueblo: rindiéndole culto. Ojo primo, no es que no se lo merezca, pero tiene demasiado poder e influencia, y a la hora de la chiquita cuando quiere joder lo hace con todo su inmenso culo de maestra de primaria. Te vendrá con más de un cuento del pueblo, sus vicios y la brujería, que como dice ella "Algún día se llevará a este pueblo al mismo infierno". Usted sea siempre educado con la MISIA, pero eso sí, con precaución. Reciba un abrazo, y acá lo esperamos primo".

Una señora jodida, en un pueblo jodido resolviendo la joda de una tía… Así comenzaría una nueva historia que espero algún día contar.

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