jueves, 20 de octubre de 2011

El permiso:

Dando un descanso a las historias del Altar a San Sebastián (que me mamaron), sigo con los micros de absurdo. Gózatelo.
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En la taquilla única hay una fila grande de proletarios intentando hacer un trámite, todos se quejan y mentan madres, hasta que suena un timbre.
Burócrata 1: ¡Número 22!...
Campesino: ¡Los dos paticos! ¡Ese soy yo!
Señora: De pato lo tiene todo... Se tongonea de lado a lado, por eso el capataz lo ascendió de ordeñador al arado.
Burócrata 1: Pase por la taquilla 3
Campesino: ¡Guá! y que taquilla señorita, aquí lo que hay son pupitres ruñidos con golfas limándose las uñas.
Burócrata 1: Tu sabes que la guaira queda lejos, y las taquillas están retenidas en el puerto, siga y siéntese con la bruja esa que tiene cara de puta sin cobrar.
Campesino: ¿La que está besando el muñequito del Ché?
Burócrata 1: Si, esa misma... ¡Pobrecita! el proceso le prometió una casa, pero la rebotaron por soltera
Campesino: ¿Y eso?....
Burócrata 1: Es que el que se casa casa quiere, y como ella es rolo de puta no se casa, por lo tanto no quiere casa, y si no quiere... ¿Por qué la pide?... Ay se me salió un Peo... Esas son las caraotas cubanas, vienen con sonora matalsera. (Se lanza tremendo peo, y suspira)... ¡Así me decías anoche!

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