miércoles, 30 de diciembre de 2009

Loving Hollywood


Saliendo del CELARG después de un ciclo de Emir Kusturica, se encontraron Fulgencio Buendía y Marcos Ferroso, par de joyas de la administración pública. No muy aficionados al cine que no muestre tetas gozonas, despotrican entre risas de compadres del arte de tan afamado (y trasnochado) cineasta de Europa Oriental.

Era de imaginarse que habían ido por puro compromiso, ya que el sobrino de Marcos Ferroso está trabajando en la otrora Casa Rómulo Gallegos, este festival cinematográfico Bolchevique era su obra, su sueño de niño intenso, que escuchaba Mecano encerrado en su habitación, ubicada en un apartamento de Parque Central. Siempre fué catalogado como "el artista de la familia", de padre funcionario del Ministerio de Salud y madre recepcionista en el despacho de un Viceministerio de Educación, siempre fué la loquita perdida que se escapaba a Sabana Grande con sus amigos, todos andróginos diáconos de la iglesia del fucsia y la decadencia caraqueña. Siempre quiso estudiar Comunicación Social para moverle la mata a Gilberto Correa, pero el promedio le alcanzó para estudiar Letras. Ya tiene 32 años y dice estar en Tesis desde el año 2004; cuestión que no le limitó para acceder al cargo que actualmente ostenta. 2 años en el Conac, 1 y medio en la GAN, 6 meses en el Instituto de la Juventud y otros ratos lujuriosos en el Hotel Madrid de Chacaíto, junto a un chivo de la Cinemateca Nacional, mostraron al mundo que era un "Carajo comprometido con el proceso". Actualmente vive con su pareja, un tipo joven y muy trabajador, que por más título de arquitecto se dedica a los RRHH de una de las empresas mixtas de PDVSA.

Siguen las risas y comentarios soeces frente a la puerta del CELARG, mientras los compadres empiezan a subir por la Luis Roche, con paso firme al Alazán, donde Fulgencio tiene una botella de Buchanan´s 18 con su nombre. Esperando el cambio de luz del semáforo de la esquina, Don Marcos pregunta por la ahijada, Zulema Buendía. Ya debería tener unos 24 años, hija del segundo matrimonio de Fulgencio y buenota la coña. Desde temprano hizo todo lo posible por que su padre se encargara de mejorar, a punta de tarjetazo, los desastres genéticos resultados por la unión sexual de par de enanos regordetes de Tapipa y Guasdualito, es decir su padre y madre respectivamente.

Ortodoncia, nariz, bronceado, culito y par de pechugas, depilado permanente de cucharita y tatuaje de Hada en el tobillo, resultado de su época en la escuela de psicología de la UCAB. Quiso entrar en el Miss Venezuela, pero se retiró porque no le dejaban ver a su novio; aunque en La Quinta se comenta todavía aquel atajaperro entre Don Fulgencio y Osmel, porque Buendía quería que la niña fuera Miss Alcaldía Mayor para que llevara la bandera del proceso y le hiciera la contra a la Miss Zulia, sobrina de un militar escuálido pero con todos los guisos. Al final, Zulema recibió la banda de Miss Dependencias Federales, y Don Fulgencio indignado se dirigió a La Quinta y después de negociar fallidamente, blasfemó en el nombre de la madre de del Hacedor de Reinas de maneras jamás escuchadas, y agarrando a la muchachita del brazo se la llevó en su Audi a toda mecha y picando caucho. Don Marcos todavía tiene sueños morbosos con esa ahijada que jugaba al caballito con e´l sentada en su pierna. Zulemita y su mamá ahorita viven en Miami, donde Don Fulgencio tiene un apartamentico que compró recientemente. Se dedica a comprar cupos de internet.

Ya están entrando y piden una mesa, porquer la barra está llena. Una muchacha de cabellos rizados y pollina de Selena canta una de las de Diveana, mientras mueve sus caderas embutidas en un corto vestido de coton licra blanco, adornado con un cinturón negro de patente y botas a la rodilla: color vino con flecos.

Aquejado por un dolor en las rodillas, Don Marcos menea el escocés con el índice mientras le comenta un guiso al compadre con unos permisos de importaciones, y tras un leve carraspeo acuerdan una cita temprano en la mañana para ver cuanto le toca a cada quién. Siendo zorros viejos, saben lo agalluda que puede ser la gente con los reales, y deben tener mucho cuidado para que nadie les juegue kikirigüiki.

Ya los mesoneros estan recogiendo las mesas y le piden un taxi al par de carcamales que de manera frenética no paran de pronunciar el lema del partido: Patria Socialismo o Muerte... Venceremos. Acuerdan reunirse al día siguiente y el fin de semana para hacer una parrilla y ver Rápido y Furioso en el nuevo pantalla plana de Don Fulgencio, ubicado en una de las salas de la ostentosa casa de fulgencio en Oripoto.

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