jueves, 14 de enero de 2010

Antigua de Profesión

Son las 10 de la mañana, y sofía se despierta aún soñolienta se levanta y se prepara un café. Echa una repectiva meada en un baño humilde pero limpio. Nota cierta irritación durante la micción, lo que significa que mañana tendrá que levantarse más temprano para poder agarrar un número en el seguro social para ser atendida por algún ginecólogo de la salud pública. Si un carpintero está pendiente de que su serrucho conserve su filo y el taxista está pendiente que a su carro no le falten sus fluídos, una prostituta debe cuidar de su cuerpo porque es su capital, su local y herramienta.

El café está listo, se sirve un buen pocillo con un chorrito de canelita para ponerse a tono desde temprano. Deja que los vapores de la infusión licorizada ahora inunden sus fosas nasales para luego deleitarse con ese elixir con sorbos cortos. Encuentra un ponqué en su cartera, maravilloso hallazgo para completar el banquete matutino, obsequio de uno de los clientes más asíduos: un hombre casado y mal querido, al que los reales no le faltan pero su corazón está vacío, de esos que sólo quieren apurruñarse empiernado en el lecho después de una corta sesión coital llena de besos babosos y caricias de manos carrasposas. A esos hay que dedicarles más tiempo, por lo que es preferible tomarlo con cita o colocarlo de último en la fila para no perder el resto de la noche. Sólo son 5 horas, entre las 12 de la noche y las 4 de la madrugada, las que se pueden dedicar a una profesión que se desarrolla a la luz de un poste de alumbrado público.

Remoja el ponqué aplastado en el café, ambrosía para el hambriento, mientras ojea una revista de modas con 3 años de antigüedad que encontró en la basura; será material viejo, pero es la única fuente de consejos de belleza para llevar al día el look kirsh requerido para una cortesana. Ojos empegostados de rimel, sombras plateadas y azules desde la base del párpado hasta la línea de la ceja, colorete, polvos para bajar el brillo de una cara grasosa y el respectivo labial cremoso que terminará en los dientes de un momento a otro. Podrá resultar de mal gusto, pero es gracias a estos artilugios juglares que son fácilmente reconocidas en las calles durante las noches a kilómetros de distancia, es promoción y seguridad...

Se arregla un poco para salir a la calle, ya que como cualquier mortal tiene que hacer diligencias y realizar el acto circense de la administración de los churupos que ha conseguido la noche anterior. Paga la pieza donde a penas duerme, aunque es su refugio del salvaje mundo. Manda unos cuantos billetes a sus familiares en Valle de la Pascua. Mira los anaqueles y vitrinas en los centros comerciales: vestidos, sombreros, blusas insinuantes y otros accesorios. Se pudiera decir que mira con envidia y recelo, porque no le alcanza el dinero para vestir cómo quisiera, aunque la verdad de dicha observación minuciosa es el copiado de las piezas de moda, así podrá agarrar unas cuantas ropas viejas, unas telas, lentejuelas y canutillos, y se las dará a DESEO, un trasvesti peluquero vecino de ella, su único amigo y confidente, diestro con agujas y tijeras hace maravillas con pocas cosas y no le cobra nada.

Si... Es una mujer normal y trabajadora, con sueños simples pero pomposos, y sabe a qué atenerse, porque el hecho de ser de moral ligera no quiere decir que se carezca de ella.

Hoy Sofía no trabajará porque en su zona racionarán la luz, mañana tendrá que hacerlo el doble, son cosas del oficio.

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