domingo, 21 de febrero de 2010

Museíto ayer y hoy

"Bien sabido es: que mientras más grande se es, más dura es la caída ha de ser". Cartas de los Cojos a los Gigantes (12:03).

Muesíto era un niño sano y felíz, nacido en el año 1980, de padre profesor de filosofía en la UCV y madre psicóloga.

Museíto gustaba de muchas cosas durante su infancia, como realizar experimentos con lupas y hormigas en el jardín, hacer papel reciclado usando loas birutas de documentos destruídos por el CONAC, jugar fútbol en un equipo multiracial y usar u arcoíris como tobogán.

Museíto era inteligente, muy adelantado a su época para ser exacto, en su casa habían juguetes sensacionales que todos los demás niños querían usar cuando estban de excursión. Mas que un gallo era un RockStar.

Museíto llegó a la adolescencia, y como imágen de la educación infaltil posó desnudo junto a su hermana melliza para mostrar los cambios que sucedían en sus cuerpos.

Museíto consiguió entrar en la UCV con la ayuda del papá y el patrocinio de la fundación del niño, aunque nunca vió la necesidad de tener una carrera, ya que la fama era suficiente para vivir en su mundo de excesos ciéntificos.

Sin haber llegado a la mayoría de edad, Museíto se caía a palos en el Cordon-Bleu, inhalaba rayas de una milla sobre el cuerpo de una prostituta tailandesa y probó los placeres del sexo homosexual en un cine continuado del centro de Caracas.

Cuando se acabó el presupuesto, Museíto se dedicó al tráfico de estupefacientes en Sabana Grande, cubriendo su lucrativa actividad con la venta de artesanía e inciensos, sobre una gamuza roja que cubrían un metro cuadrado de adoquines del boulevard.

Mas de una vez ofreció su cuerpo por dinero cuando la cosa se ponía ruda y los pacos le quitaban la mercancía. Tomaba el metro desde Bellas Artes y llegaba hasta Plaza Altamira. Desde ese punto caminaba bajo la sombra de la noche hasta Parque Cristal, sobándose el paquete una y otra vez, esperando que algún baboso le diera unos cuantos miles por una lechada.

Nunca tuvo problemas de clasismo o racismo que le impidiera ofrecer su cuerpo a todo aquel que le diera algo para comprarse unas piedras. Maduros, viejos, jovenes, solteros, casados, taxistas, ejecutivos o empresarios, a todos se les entregaba sumisamente mientras inhalaba un frasco de poppers.

Con los reales ganados, se perdía en Cuyagua durante semanas junto a su novia. Fumando panelas de ganya, bebiendo ron, durmiendo en el taller de un pana y haciendo pulceras para vender en las playas.

Ahorita Museíto se ha vuelto chvista, por convicción y necesidad, y recordando sus antiguas glorias, sirve de imágen en desnudos a favor de políticas bolivarianas de racionamiento de agua y luz.

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